miércoles, 16 de julio de 2014

Catas: formar e informar, pero ¿y entretener?


Es sorprendente cómo se ignora desde dentro del sector y los círculos en los que se alaba el vino lo poco conectada que está la gente con tal alimento fuera del mundillo. Se invierten esfuerzos en formar e informar, con mil y un datos, pero olvidan entretener.
Algunas catas para principiantes se convierten en verdaderas clases magistrales que,  si bien están llenas de conocimiento, pueden abrumar a los menos iniciados. Tal vez por eso se esté fallando a la hora de acercarse a ese consumidor que podría interesarse por el vino y, sin embargo, sale asustado con la idea de que para disfrutar de un vino hay que saber dónde se cultiva la uva, todos los pasos de elaboración, la lista completa de nombres técnicos y hasta el nombre de la madre que parió al bodeguero.
Por supuesto, hay un público que agradecerá este formato, y posee los conocimientos suficientes como para saber aprovechar todo el contenido. Pero hay que abrir el abanico de posibilidades.  Desde el sector se quiere fomentar el consumo de vino como disfrute pero ¿se puede disfrutar de un alimento cuando casi se te está evaluando al catarlo?, ¿cuando el placer que te produce el vino, aunque no tengas ni idea de cómo se ha hecho, se cohíbe por miedo a decir algo fuera de lugar?
Afortunadamente, cada vez son más iniciativas las que quieren despegarse de los formatos centrados en derramar información que arrasa con el interés de los posibles consumidores. Algunas suman al disfrute del vino el de la música, como en EnoFestival, en Madrid, donde los conciertos de música se armonizan con las catas de vino, formato que se toma ahora para celebrar el próximo 19 de julio Ribeiro Son de Viño (en O Grove, Pontevedra). O tal vez al séptimo arte, como la Muestra Internacional Wine Film 2014 en Tenerife que se desarrolla durante estos días.  Y otras tantas iniciativas que escogen una atmósfera desenfadada, unida al ocio para lograr conectar con el público.
Catas hedonistas, de múltiples formatos donde el placer debe ser el factor embriagador. Suma de placeres que probablemente sublimará el goce de la experiencia.

Otra de las posibles sumas son las múltiples que ofrece el sector de las gastronomías: ya sea en una cena con diversos platos, o centrándose directamente en el postre. Como en la cata de vinos y helados celebrada en De Vinos, un pequeño local madrileño al final de la calle Palma donde una vinoteca ocupa desde hace unos años el espacio de lo que fuera una antigua mantequería. Conservando los suelos originales de finales del siglo XVIII, una colección de botellas de vino se disponen ahora en sus estanterías y el sonido de las copas de cristal tintinea entre las conversaciones de barra que llenan el espacio.
La cata proponía el maridaje del vino y el helado con tres propuestas:
La primera de ellas, una copa de verdejo 100%, en concreto El Perro Verde, con un sorbete de limón. El juego en este punto era comparar por separado y luego en conjunto los diferentes matices de acidez. Una experiencia para entrenar el gusto, conociendo además las características generales de ese vino.
La segunda presentaba un helado de vainilla con una base de Pedro Ximénez, de Romate, donde se cataba de una forma muy golosa los toques tostados y uva pasa del generoso, suavizados por el helado. Combinación que más de uno se anotó para futuros postres.
Y la tercera, en la que el vino no se servía en estado líquido, sino en helado; elaborado con un vino 100% tempranillo, se podía intuir, tras los toques de canela de la receta, el cuerpo sutil del vino.
Una cata salpicada de explicaciones puntuales sobre las características de cada vino, con consejos para combinar postres y vinos, así como alguna que otra duda que surgía en torno al vino.
Una propuesta para todos los públicos (mayores de edad), con la que no salir corriendo, sino con la que quedarse curioseando entre la carta de vinos por copa o por botellas que ofrecen.
Por supuesto, no es la primera vez que se hace una cata de este tipo y, esperemos, no sea la última, pero se agradece que surjan alternativas para introducir amplio y gratificante mundo del vino, que a veces se muestra abrumador.  A pesar de ello, es un alimento que puede disfrutarse sin ningún tipo de conocimiento aunque la curiosidad por los procesos de elaboración, las anécdotas de cada bodega así como un mayor conocimiento del mismo puede incrementar de forma exponencial su disfrute.
Pero todo a su tiempo, vayamos copa a copa.


Artículo publicado en El Correo del Vino


jueves, 10 de julio de 2014

Albariño entre la tradición y la investigación. Bodegas Martín Códax

Las Bodegas Martín Códax se sitúa a las afueras de Cambados, Pontevedra, en pleno valle del Salnés, donde el albariño es una de las señas de identidad. Situado dentro de Rías Baixas, elabora vinos 100% albariño de gran calidad, aunque su actividad no se ha limitado a la mera automatización.

Bodegas Martín Códax toma su nombre del máximo representante de la lírica galaicoportuguesa del medievo, y cuya obra se encontró por casualidad a principios del siglo XX, en la guarda de un libro. El pergamino en cuestión, que pasaría a llamarse Pergamino Vindel, en honor a su descubridor, contiene las únicas siete cantigas que se conservan del poeta. Un nombre bajo el que, desde 1986, se mima un vino que durante años se ha elaborado en el valle del Salnés, para el que se cuenta con la uva procedente de las pequeñas parcelas con vides dispuestas en el tradicional sistema de emparrado, de unas 300 familias de la zona.

Valle del Salnés

A pesar del poso histórico del que bebe la bodega, tanto en su nombre como en las viñas de las que recoge el albariño, en Martín Códax, no sólo querían hacer un albariño de calidad, sino que quisieron dar un paso más investigando la mejor forma de hacerlo y por qué el modo tradicional daba los buenos resultados del vino albariño. “Aquí siempre se ha elaborado el albariño con una viticultura determinada y se ha reproducido porque era efectiva, pero queríamos saber por qué así salía bien”, declaran desde la bodega. 

Para ello, pusieron en marcha un viñedo experimental: Pe Redondo. Se trata de una parcela de 13 hectáreas en las que se desarrollan diversos proyectos en colaboración con instituciones gallegas y con la Universidad Politécnica de Madrid. De este modo, se investigan las mejores vías para elaborar el vino albariño así como posibles mejoras que puedan incorporarse.

En ellos se estudia, por ejemplo, cómo afecta a la uva la disposición del viñedo, el volumen de producción, las horas de luz o la ventilación. Antiguamente, y para aprovechar al máximo el espacio, las viñas se disponían en parrales, obteniendo así dos alturas en las que poder cultivar. Una colocación que es crucial para las características propias del vino albariño, pues protege a los racimos de la luz directa y gozan de mayor ventilación, lo que aporta la acidez característica de este tipo de vinos. En experimentación se encuentran viñas en espaldera y en parrales para estudiar la obtención de las características deseadas de formas diferentes.

Viñas dispuestas en parrales

También se realizan otro tipo de estudios, como por ejemplo cómo combatir el mildiu y el oidio. Debido a la propensión a estas enfermedades en el viñedo de albariño, por las condiciones de humedad, es casi imposible desarrollar una viticultura ecológica, pero sí que han realizado avances para reducir herbicidas y otros productos químicos. Su idea, por tanto, se centra más en vías para lograr la mayor sostenibilidad posible.

Un ejemplo es el abono que realizan a partir de las cáscaras de bivalvos desechados por la conservera local y los raspones y hojas de los racimos propios. Una forma de reutilizar esos desechos, aportando gran cantidad de nutrientes al suelo, sin ningún tipo de componente químico. Un abono que, según afirman, está dando muy buenos resultados. Además de dejar una curiosa estampa en la tierra del viñedo pues se pueden apreciar pequeños trozos de las conchas de los mejillones, cuando se camina por las viñas de Pe Redondo.

Otros estudios se centran en buscar alternativas de regadío, cultivo, etc., para mitigar los efectos del cambio climático; el comportamiento del albariño con diez portainjertos diferentes; o el estudio de los precursores aromáticos en función de la situación del viñedo, entre muchas otras investigaciones, siempre enfocadas para lograr la máxima calidad de la uva así como la sostenibilidad y respeto del entorno.
La investigación no termina en el viñedo, en bodega realizan además casi 100 vinificaciones diferentes en depósitos de 100 litros, con el objetivo de encontrar nuevas formas de elaboración y poder jugar con más cartas a favor a la hora de querer expresar las características deseadas en un vino.
Investigaciones que permiten un mayor conocimiento de todas las variables (clima, suelo, disposición, vinifiacación, etc.) pudiendo así controlar la calidad y el resultado final.
Es esta curiosidad investigadora la que puede hacer mejorar de forma exponencial los vinos que, sin despegarse de la tradición, han sabido potenciar las características para lograr vinos de calidad. No es de extrañar, por tanto, que determinados vinos hayan experimentado un auge en ventas y fama, despegándose de estigmas obsoletos.
 
Entre los albariños de Martín Códax se pueden degustar:

Martín Códax: en el que se puede encontrar la forma mas ‘pura’ de albariño caracterítsico del valle del salnés.
 
Martín Códax Lías: con notas a brioche y manzana asada, y untuosidad en boca.
 
Organistrum: el único de sus albariños elaborado parcialmente en barrica. Se logra así aromas cítricos en nariz, pero con toques tostados en boca.
 
Gallaecia: realizado con un alto nivel de botritis controlada, sólo se realiza en los años que se obtiene la calidad necesaria para hacerlo. Se logran toques dulces en nariz pero sequedad en boca.





Artículo publicado en El Correo del Vino

miércoles, 2 de julio de 2014

Entre los vinos blancos también hay grandes, muy grandes

Esta semana se celebró el II Salón de los Grandes Blancos de España. Tanto esta cita, como los vinos que allí se encontraban, demuestran la calidad de los vinos blancos españoles; desterrando aquella afirmación que rezaba “cualquier vino tinto malo es preferible al mejor de los vinos blancos”, si es que alguna vez estuvo acertada.

Se dieron cita más de 40 bodegas de diferentes denominaciones de origen y procedencias con vinos realizados con toda clase de uvas, desde albariño, verdejo, viura, malvasía, xarel·lo, chardonnay o sauvignon blanc, a treixadura, godello, hondarrabi zuri, tempranillo blanca, garnacha blanca, dona blanca o loureiro entre otras.
La presencia más destacada, en cuanto a número de bodegas, fue la de Rias Baixas, entre las que se encontraban los albariños de Pazo Barrantes, Pazo de Señorans o Mar de Frades. Aunque con menor presencia también podían catarse vinos de Rueda, Penedés, Navarra, Cigales, Rioja o Bizkaiko Txakolina.
Pero más allá de la procedencia del vino o la uva utilizada, era interesante ver la filosofía de la bodega plasmada en la elaboración específica de cada uno de sus vinos. Si bien se pueden encontrar vinos, buenos vinos, en la línea de los estándares de lo que puede esperar de cada uva o DO, también se encuentran esmerados proyectos que buscan desviarse por completo de los cánones establecidos.

Un de esos casos es  el proyecto Ossian. Por situación esta bodega de Nieva (Segovia) podría estar dentro de la DO Rueda, pero embotella como vino de la Tierra de Castilla y León porque están convencidos de que la uva verdejo tiene muchas más posibilidades que las que se pueden obtener dentro de las líneas de la DO. Con sus viñedos centenarios pre-filoxéricos realizan diversos vinos 100% verdejo, obteniendo en cada uno de ellos expresiones de la uva totalmente diferentes. Su buque insignia, el Ossian, da marcados toques ahumados. Sin embargo, el Quintaluna, se acerca más a los tonos mieles y florales. Ambos de alejan pues de los toques metálicos del Capitel, obtenidos por los suelos de pizarra negra de donde procede la uva para elaborarlo; o de la acidez del Verdling Trocken, un verdejo elaborado como si fuera un riesling.

Aunque también hay otras bodegas que realizan este juego, elaborando dentro de una DO, como los vinos de Celler Credo. En ellos se puede apreciar la versatilidad de la xarel·lo en función de la forma de elaboración de cada etiqueta. En esta bodega, perteneciente a la DO Penedés y situada en Sant Sadurní d’Anoia,  los vinos son biodinámicos y ecológicos, donde tienen a la xarel·lo como un credo e hilo conductor de su actividad. Así, obtienen una colección donde la uva muestra cinco caras totalmente diferentes, desde un vino joven y de fácil paso como el Miranius; a uno más aromático, con toques especiados, como el Can Credo, cuya fermentación termina con un mes de barrica, con una producción de poco más de 1.500 botellas; o el Capficat,  que no deja indiferente, dando lugar al debate de percepciones entre quienes lo catan.

Más allá de juegos con las uvas y sus posibilidades, entre los grandes blancos, no podían faltar los vinos de godello de Rafael Palacios, de la DO Valdeorras. Una bodega que ha sabido potenciar las características de esta uva, proyectando en sus etiquetas la identidad de las tierras y las viñas de las que se nutre. Sus vinos han posicionado en un lugar puntero a esta uva que ahora comienza a tener una presencia más marcada entre los vinos blancos españoles.

La variedad de los vinos en el II Salón de los Grandes Blancos era notoria. Ello pone de manifiesto la importancia de los vinos blancos a nivel nacional, gracias en parte a la labor de investigación, innovación y mejora por parte de las bodegas. Estos esfuerzos han dado como fruto una versatilidad de grandes vinos blancos que a día de hoy podrían hacer sombra a muchos tintos.




Artículo publicado en El Correo del Vino


miércoles, 11 de junio de 2014

Bodegas Cuatro Pasos: huellas de mencía

Cuatro huellas de osa, encontradas una mañana en un viñedo del Bierzo, dan origen al nombre de la Bodega Cuatro Pasos. Cuatro huellas que marcaron el camino que desarrollaron de forma posterior, aunque llegaran allí siguiendo la pista, no de un animal, sino de la uva mencía.

La Bodega Cuatro Pasos pertenece a la Denominación de Origen Bierzo, en León, y nutre sus vinos a partir de viñedos situados en las cercanías de Cacabelos, donde se sitúa físicamente. Elabora vinos 100% mencía, pero esta bodega hace mucho más que vino.

Cuando la Bodega Martín Códax decidió hacer vinos tintos, se desplazó hasta el Bierzo en busca de la uva mencía pues, en el vergel que supone este paraje, es donde dicha uva expresa de forma más destacada todas sus características, gracias a los suelos de arcilla y pizarra, rodeados de frutales, con viñas casi centenarias, a 700 metros de altura al noroeste de la provincia de León, donde Cuatro Pasos comenzaría a producir sus vinos.

No posee viñedos propios, sino que trabaja con los viticultores de la zona para intervenir en las viñas y conseguir así la calidad en el vino que Cuatro Pasos quiere para sus etiquetas. Es una forma de aprovechar todo el patrimonio natural y social existentes, una colaboración. Acuerdan con los agricultores ciertas pautas para cuidar los viñedos de determinada forma y lograr así la calidad de uva perfecta. “Al principio se mostraban desconfiados pero cuando ven el resultado que se obtiene, la calidad de la uva y la retribución económica que obtienen, son ellos mismos quienes siguen con esas mismas pautas y quieren repetir en la campaña siguiente” comenta Katia Álvarez, la enóloga de la bodega.

Los viñedos ocupan tres zonas diferenciadas: el valle, donde se encuentran las plantas más jóvenes, con suelos arcillosos; las laderas, de donde sale la mayor producción; y los encrespados escenarios de montaña, en los que viñedos que rondan los 80 años se aferran a la tierra de suelos pizarrosos para vencer la inclinación vertiginosa. Justo en las alturas se da lo que denominan en la bodega como “viticultura heroica”, donde, a pesar de las inclemencias, las vides han sobrevivido al abandono de los agricultores durante años, dando ahora sus mejores frutos.
Estos viñedos suponen además un patrimonio natural valiosísimo, por la longevidad de algunas vides, además de reflejar la historia socioeconómica de la zona. No hay ejemplares que ronden los 30-40 años, coincidiendo con la época en la que las nuevas generaciones emigraban a las ciudades, abandonando el campo; un salto generacional que se traduce en una pérdida de ‘cultura vegetal’. Afortunadamente se produjo un retorno a la vida rural, recuperando así las viñas.

El resultado de un mimo escrupuloso en cada vid continúa en la elaboración del vino, en pleno centro de Cacabelos, en un caserón solariego del siglo XVIII que ya fuera otrora una bodega. Tras varios años de abandono y gracias a la remodelación de sus grandes espacios de techos altos, pero conservando la estructura original, Cuatro Pasos se instaló allí en 2003. Hoy la oficina y la recepción ocupan el espacio de lo que fuera anteriormente el establo y la casa del cachicán, mas las barricas retoman su lugar original, al fondo del edificio, donde las estancias de las barricas no necesitan estar bajo tierra, pues la humedad y la temperatura constante durante todo el año proporcionan esa sensación de frío otoñal nada más entrar. Un edificio al que se accede por dos grandes puertas de madera que, a diario, ven pasar a multitud de peregrinos camino de Santiago.
Una forma de retomar la actividad en este edificio emblemático, aunque el aumento de la producción llevó a la ampliación de las instalaciones con una nave a las afueras del pueblo para dar cabida al amento de producción alcanzado la bodega.

La vendimia se realiza en 10 días, reduciendo a la mitad el tiempo, y la uva se recoge de forma manual. A la bodega llega en cajas y allí se seleccionan solo aquellos racimos que superan las exigencias de calidad que establece la bodega para realizar sus vinos 100% mencía:
Cuatro Pasos Rosado. Con uvas de las zonas de mayor rendimiento para lograr más fruta en sus aromas, se logra un rosado de color rojo cereza, con aromas afrutados que prometen en nariz lo mismo que luego se obtiene en boca: un vino agradable que recuerda a las frambuesas que crecen también en la zona.
Cuatro Pasos Tinto. Un tinto de crianza corta, con 2 meses en barrica de roble francés y americano. Su color rojo guinda adelanta sus aromas a frutos rojos con sutiles toques tostados.
Cuatro Pasos Black. La novedad de la bodega y el siguiente paso al Cuatro Pasos Tinto. Un vino a partir de uvas seleccionadas de viñedos de montaña, que ofrece aromas a frutas rojas, pero con toques a cereza en alcohol.
Martín Sarmiento. Elaborado a partir de una cuidadosa selección de las uvas producidas por cepas centenarias. Tras 8 meses en barrica de roble francés y americano, se consiguen sus toques especiados mucho más notables, pero con un gran equilibrio en boca. Sólo ven la luz bajo esta etiqueta las añadas que cumplen unos niveles máximos de calidad. Su nombre es un homenaje a Martín Sarmiento, un monje que se dedicó al estudio de la botánica y la agricultura, así como a la defensa de la cultura y la lengua gallega.
 

No solo vino

No todo es vino en esta bodega. Las cuatro huellas de oso le dieron nombre, pero también hicieron que se involucrara con estos palmípedos locales. Sorprendentemente, la población de osos pardos se vio mermada al disminuir la actividad humana. El número de ejemplares bajó drásticamente, pero al producirse el retorno al medio rural, esta población se recuperó, contando ahora con decenas de osos, sólo en el Bierzo.

Para preservar su desarrollo, en Cuatro Pasos colaboran con FAPAS, el Fondo para la Protección de Animales Salvajes, a través diversas acciones para generar sustento a los osos pardos, además de contribuir al desarrollo de su ecosistema. Una de las actividades, dentro de la campaña “+osos -CO2”, es la repoblación con frutales (principalmente cerezos y castaños) de antiguas zonas de cultivo abandonadas o la instalación de colmenas para reforzar la acción polinizadora de las abejas.

Por otro lado, Cuatro Pasos aprovecha su localización, en pleno Camino de Santiago, así como su entorno para dar a conocer sus vinos, su labor en las viñas y su implicación con el entorno. Ofrece diversas actividades de enoturismo como visitas a los viñedos o catas, así como rutas por el Bierzo para descubrir toda su riqueza natural.

Publicado en El Correo del Vino


jueves, 5 de junio de 2014

El menú de God Save The Comedy en el Teatro Alfil

Hay miles de placeres en cubiertos, pero estos no siempre tienen que estar ensartados en un tenedor o sobre una pieza de loza. Es necesario alimentar algo más que el estómago, y para eso nada mejor que los placeres del humor. En esas ocasiones el cubierto se convierte en un escenario y los ingredientes van más allá del gusto.
Como los placeres cocinados por God Save The Comedy, quienes, domingo a domingo, cierran la semana en la discoteca Gres. A los fogones un cuarteto situado en lo más alto de la pirámide alimentaria: Denny Horror, Iggy Rubín, Pepón Fuentes y Dani Piqueras. Tal vez sus nombres suenen de haber sazonado Paramount Comedy o endulzado algún vídeo de gatitos en Youtube. Pero cuando se unen, centran todos sus esfuerzos en deleitar a los comensales con un cena única, compuesta por un menú degustación de cuatro platos que, en función de los ingredientes disponibles, puede completarse con un espectacular postre musical. 

Cualquier mal desaparecerá al entrar en escena el humor negro de Denny Horror; los miedos existenciales se apaciguarán gracias a un mundo contado desde el pelo pelirrojo de Dani Piqueras; madurarás de golpe cuando Pepón Fuentes te arranque la infancia de un monologazo; y tu vida sentimental nunca volverá a ser la misma tras las anécdotas de Iggy Rubín.

Un conjunto dominical que resulta ser el mejor diurético para la pesadez tras la paella del cuñado cocinillas; el medicamento sin receta para las consecuencias etílicas del sábado; las vitaminas para afrontar el sopor del domingo; el banco de abdominales para ejercitar la tableta de forma descontrolada; y el aliento más psicotrónico para afrontar el lunes. Porque no solo se trata de alimentar, sino de nutrir el alma, la risa, tonificar el cuerpo y ejercitar el ánimo.

Una solución nutrimental, que diría esa etiqueta de chipotle que usarás el domingo en la noche para sazonar la pizza fría del día anterior, si no acudes a tomar tu ración de God Save The Comedy...

Pero los tiempos cambian. Hay vida más allá del fin de semana. Da igual que seas o no universitario, ni la rutina que tengas: la noche madrileña está para disfrutarla. Así que este cuarteto de humoristas ha decidido llevar más allá del domingo su vigorizante y energizante espectáculo pensando en todos vosotros. Sí, a los que necesitáis un digestivo en mitad de la semana laboral o simplemente una inyección de vitaminas para iniciar el fin de semana. 

God Save The Comedy saca temporalmente sus cocinas del humor para plantarlas en mitad del Teatro Alfil, el próximo miércoles 11 de junio.

El público lo ha pedido, lo necesita. Las ollas ya están hirviendo. ¡Disfruten del menú!

LUGAR: Teatro Alfil, Calle Pez, 10, Madrid
DÍA: miércoles 11 de junio
HORA: 22:30 h.
PRECIO:13€, (18€ en taquilla) COMPRA TUS ENTRADAS



Pd: Este espectáculo puede tener ciertos efectos secundarios, pero con una semana continua de rutina desaparecen.

miércoles, 4 de junio de 2014

Le vin en rose

El rosado, el vino que más quebraderos de cabeza da a los enólogos por su elaboración, así como a los que lo comercializan por las reticencias de los consumidores, parece que encuentra su sitio entre el público español.
El pasado jueves se celebró en Madrid “Solo Rosados”, el primer salón de vinos dedicado a los rosados. Un total de 28 bodegas de todo España mostraron más de 40 referencias a los, aproximadamente, 800 visitantes que acudieron a la cita.

Este evento pone de manifiesto el interés creciente por este tipo de vinos, olvidados y apartados, tal vez por la falta de calidad, tal vez por la falta de interés del público, en favor de tintos, así como blancos en los últimos años. “Es uno de los vinos que más trabajo nos da, para el precio y el consumo que tiene luego”, dicen desde una bodega; “No tengo vino rosado por copas, casi ni por botella, la gente no lo consume, al final tiras dinero”, confiesan algunos hosteleros.

El problema de la calidad parece estar cambiando, pues, como algunos entendidos adelantaban, en España los rosados ganarían prestigio y terreno cuando se hicieran "rosados de verdad", sin querer aparentar ser blancos ni mucho menos tintos, si bien es cierto que la calidad en muchos rosados estaba presente desde hacía tiempo. Pero que haya mejoras generalizadas, no implica que lleguen a oídos, y copas, del público. ¿Tal vez habría que empezar por comunicar las diferencias entre un rosado y un clarete? O, mucho más fácil, aprovechar la temporada estival debería ser suficiente campaña para relanzar estos vinos que refrescan sin dificultad una calurosa tarde de verano, por ejemplo.

En este encuentro se reflejaban las mejoras del producto, el esmero en nuevas etiquetas así como la gran calidad alcanzada, aunque sigue habiendo rosados para todos los gustos y de todos los colores.
Una nutrida gama de tonos rosados se distribuía por las mesas de “Solo Rosados”. Colores nada arbitrarios, marcados según las tendencias del momento. Los magentas y frambuesas, compiten ahora de forma más marcada con la moda de los vinos de la Provenza, de tonos pálidos y oxidados, donde las alabanzas van dirigidas a los rosa palo y los piel de cebolla. Pero las diferencias en estos vinos no sólo las marca el color.
Aún se pueden catar desde el rosado con cuerpo de tinto, hasta aquel que en copa negra pasaría por blanco. Cualidades que, en ocasiones, son defendidas y justificadas por la bodega. Pero, afortunadamente, la mayoría se sitúan dentro de los parámetros de un vino con intensos aromas a frutos rojos, que, con mayor o menor intensidad de color, gracias a la suavidad en boca y su dulzor, se convierten en una auténtica golosina.
Al conversar con los representantes de las bodegas de estos últimos vinos, casi todos presumían de elaborar sus etiquetas mediante el sistema de sangrado, a baja temperatura,…
Uno de esos casos, tanto en característica como en elaboración, era la bodega La Legua (de la D.O. Cigales), quienes presentaban su nuevo Rosado de una noche, cuyo nombre deriva del momento de elaboración.
También presumían desde Bodega Pirineos (D.O. Somontano), con tres rosados para cubrir diferentes perfiles de consumidor, o diferentes ocasiones, donde tomaba protagonismo por su éxito el vino de aguja Alquézar Rosado, un vino refrescante y fácil, pensado para aquellos que quieren introducirse en el mundo del vino. Aunque éste más enfocado a la exportación, cuyo tapón de rosca daba clara muestra de ello. En este aspecto coincidía bodegas Artazu (de la D.O. Navarra y con un rosado 100% garnacha, de intenso color frambuesa). Ambas afirmaban la dificultad para introducir este tipo de cierre en España, el cual es obligado para poder exportar a ciertos países. “Aquí prefieren antes un tapón sintético. ¡Si es muchísimo más cómodo de rosca!”, “Es un vino para consumir en el año, con un cierre de rosca es suficiente”, comentaban. Si ya es difícil la comercialización del rosado, no lo será menos con rosca, pero tiempo al tiempo.

Entre otras novedades estaba Excellence Rosé 2013 de Marqués de Cáceres (D.O. Ca. Rioja), para el sector de la hostelería, en el que la estrategia comercial había pensado precisamente en ese momento de terraza en pleno verano, con una botella llamativa de color rosa claro y un tono rosa pálido, muy en la moda de ciertos tonos provenzales. Entre otros tonos de la misma línea, estaba los colores piel cebolla o salmón claro, respectivamente del Azpilicueta Rosado o el rosado de bodega Ercavio. Pero sin duda, dentro de esta tendencia, destacaba la palidez del rosado de Ramón Bilbao, con uno de los tonos más sutiles de rosado del encuentro.

En otro orden de cosas, también se podían catar varios espumosos, como De Nit 2011 Conca del Riu Anoia de Raventós i Blanc, muy goloso; o, de la misma bodega, Searching Bellersa, una prueba pendiente aún de embotellar, entre otras referencias de marcas más que conocidas.

Faltaron algunas bodegas con grandes vinos rosados, pero no cabe duda de la importante representación que supone el salón “Solo Rosados” y el impulso que puede generar en su consumo. La calidad, la publicidad, la apuesta por parte de la hostelería, el calor, o la suma de todos los anteriores puede ayudar a potenciar el cosumo de los vinos rosados. Las bodegas, al menos, ya están poniendo todo de su parte y el verano está casi encima. Habrá que seguir sumando factores.


Artículo publicado en El Correo del Vino.

viernes, 31 de enero de 2014

Vinos Gallegos

La Guía de Vinos, Destilados y bodegas de Galicia 2014 se presentó en Madrid con un túnel del vino en el que se mostraron 78 de las mejores referencias recogidas en la guía, entre vinos y destilados.

Una oportunidad para darse un paseo por grandes vinos gallegos sin salir de una de las salas de la Casa de Galicia en Madrid; como quien contempla cuadros en la manzana contigua, en el Museo del Prado; con un cartel que en lugar de prohibir tocar las piezas de arte, prohibía escupir el vino tras su cata.

Desde monovarietales blancos de Albariño, Verdello Louro, Godello o Treixadura, a combinaciones diversas como la de Treixadura, Loureiro y Albariño, pasando por vinos muy premiados como los de Rafael Palacios o vinos tintos lejos de la acidez en la que se encasillan las referencias de esta zona, llegando, incluso, a la calificación de golosos.


Los vinos recogidos en la guía han sido seleccionados por su capacidad para representar la tipicidad de sus respectivas zonas. Además, se han catalogado por tramos de puntuación: medalla de oro o plata. “No creo en las cifras absolutas, es muy fácil variar en uno o dos puntos a un vino en función del día que lo cates”, afirma Luis Paadín, su director.

La publicación muestra 383 fichas de cata, una cifra que se aleja de la representación habitual que tienen estos vinos en las guías nacionales pues, como afirma Paadín, “la representación de los vinos gallegos en las guías es muy escasa”. En este documento, además de escoger los mejores vinos con Denominación de Origen o Indicación Geográfica, también hay sitio para los vinos ‘Des-Amparados’, que si bien no se ajustan a la normativa para entrar en alguna de las anteriores, sí que son dignos de mención por su calidad. También se encuentran referenciados numerosos destilados y más de 400 bodegas y destilerías.

Un punto a destacar de esta guía es su forma de financiación. Sin subvenciones públicas ni publicidad, se sustenta principalmente con 180 mecenas: numerosos interesados comprometidos con la guía, sin acuerdos firmados de por medio. Es un sistema de financiación que no sólo evita la incomodidad visual de la publicidad o las exigencias derivadas de un patrocinador, sino que corrobora el interés por el producto y la implicación en el mismo.

Esta guía se presenta además en los mismos días en que se han concedido los premios de Enofusión, el evento dedicado al vino dentro de Madrid Fusión, a dos representantes del vino gallego. Marisol Bueno, de Pazo de Señorans, recogió el premio impulsores del vino “Don Luis Hidalgo”, por su labor a favor del albariño, en particular; y Rafael Palacios, por su parte, fue galardonado con el premio Enofusión con la Innovación 2014, por su trabajo con el vino blanco.

Sin duda, esto animará al sector. Aunque hay que tener presente que “lo que no se comunica no existe” como declaró en la presentación de la guía Isabel Mijares, Presidenta de la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino, entre otros cargos. Por tanto, tras la calidad obtenida en los vinos gallegos, toca una gran labor de difusión, como la que pretende este tipo de publicación.

Quién sabe si a partir de ahora los vinos gallegos empezarán a tener más repercusión en las guías de vino y allende sus páginas.



Publicado en El Correo del Vino el 30/01/14 
Texto y fotografía: Susana Molina